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Si
llegas a la vida,
al conocimiento del tacto de las cosas
como un marinero llega al puerto,
no debes nunca resignarte a lo que veas.
Si llegas a la
vida
desde donde sea,
mira los ojos de los que están abajo
o de los que más han caminado,
de las golondrinas que no han vuelto;
entrega tu pasado
y aprenderás a no perder las horas.
Mira también a
los que ríen,
no a los que se ríen,
desde la misma costa
y no calles lo que veas.
Porque entre
otros,
como muchos,
yo no puedo mirar
el nacimiento de los rios,
el acostarse de las olas en la arena
ni sumergirme a párpados cerrados
el en aroma tierno
de su cuerpo de niebla.
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